lunes, 28 de diciembre de 2015

El desempate de Sabadell pertenece al pueblo catalán

Después de la magnífica asamblea de la CUP de ayer domingo, muchísimos independentistas encabezados por el cabeza de lista de Junts pel Sí vuelven a echar todo el fuego sobre la formación anticapitalista: “no hay más propuestas”. Así los guías y el grueso del independentismo permanecerá quieto esperando que los cupaires le entreguen el proceso.

Lo hicieron desde el mismo 27-S en que proclamaron la victoria como si la CUP fuera su obediente subordinada y no esa otra formación política bien diferente que, en ejemplar participación democrática en Sabadell y a pesar de que con las votaciones del Sí o el No a Mas rompía su valiosa coherencia, sostiene su principio en la ampliación soberanista a la izquierda mediante un completo plan de choque social en Catalunya. Es muy claro: la vida siempre va primero. Este es el irresoluble conflicto de Junts pel Sí con la CUP: la esencia anticapitalista que no cabe en los señoríos de una gran parte del independentismo catalán de clase media bien situada que representa Junts pel Sí. Una falta que ha influido en los fervorosos cupaires de una pronta independencia que no han calibrado los reales apoyos a la desobediencia que recibirán.

Una nueva generación para la política está naciendo en Catalunya. Una generación que no quiere que le solucionen la vida en los despachos. Una generación con un proyecto de participación política donde muchos se sentirán cansados y lo tacharán de aburrido e insostenible, pero será una generación de jóvenes y viejos que acercará el verdadero triunfo de la sociedad.

Todos los motes que acusan a la asamblea de la CUP de “esperpento”, “ridículo”, “patético”, “insultante con Catalunya” y muchísimos otros descubren finalmente que resolver el empate de “Mas sí o Mas no” no pertenece a la CUP como le señala Junts pel Sí. Solucionar la aritmética diabólica de la asamblea de Sabadell pertenece al pueblo catalán y a él ha de donársele de nuevo la papeleta de las urnas porque es el deber de la nueva generación política.

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