miércoles, 8 de julio de 2015

Sí se puede, Catalunya


“Los del sí se puede de la plaza de Sant Jaume”, aquellos que celebraban la investidura como alcaldesa de Barcelona a Ada Colau, están por la independencia, sí, están por la independencia, pero, sí, tienen un “pero” y se trata de un “pero” muy especial: entre desahucios, desnutrición, esclavitud y otras angustias buscan la independencia, “pero” necesitan ahora mismo y no para mañana seguir vivos. Y si siguen vivos en esta época tan convulsa, responderán con la sensibilidad humana de los que más están sufriendo. No les queda otra alternativa. Ese es su “pero”. El “pero” que les marca el tiempo histórico que vivimos, el que impulsa la potente fuerza de los pueblos por su verdadera independencia. Porque no es la hora de una soberanía a medias, parcializada y prometedora. Es ya la hora de los pueblos.

Los del “sí se puede” no constituyen ninguna amenaza a la legítima identidad, original y generosa, del pueblo catalán. Para nada quieren eliminar una cultura, ni una lengua, ni una historia. Para nada quieren reducir ninguna independencia. “Pero” no les vale igual crear “un nuevo país” como España. Sí, quieren también “un nuevo país”, “pero” un nuevo país donde importe mucho el destino de vivir. Los del “sí se puede” no son el miedo que ha manipulado a muchos para que los vean como una masa informe que deslegitima el derecho de los catalanes a la más auténtica libertad y al más responsable bienestar. ¡NO! Los del “sí se puede” sólo quieren compartir esa libertad y ese bienestar porque piensan que sin esa fraternidad resulta imposible creer en las razones de los pueblos que hacen la Historia.

Los del “sí se puede” pueden no estar en ninguna de las listas que se barajan para las próximas elecciones al Parlament de Catalunya, “pero” sí estarán muy expectantes, y para nada jugando con las palabras, en todos los juegos de cartas que se están sucediendo. Por ello dicen y gritan sí se puede, Catalunya, sí se puede si creemos en ese rotundo NO del pueblo griego a la Europa del Capital que ha dejado a tantos en la limosna de la vida. Sí se puede, Catalunya, si repetimos otro NO al austericidio y la prisión que nos ofrecen el TTIP de los gobiernos vendidos a las Transnacionales. Sí se puede si no pensamos que a estas alturas la independencia de un pueblo significa la indiferencia hacia los más oprimidos del territorio o el que se siga oprimiendo a otros pueblos para que algunos tengan un poco más de manjares y satisfacciones. Al fin y al cabo la inmensa mayoría de los seres humanos no se acercan mucho al caviar ni tienen tantas oportunidades de reír. Aquellos que quieren llevar al pueblo catalán por el camino que excluya a los del “sí se puede” sólo estarán pervirtiendo sus propios sueños. Ya los Grandes Medios empiezan a decirnos que los griegos pretenden vivir como nos dijeron que vivían los andaluces. Igualmente dirán que los del “sí se puede” no saben apreciar la identidad de un pueblo y quieren disfrutar de sus riquezas. Nos echarán a pelear por unas migajas mentirosas y envenenadas. Ni Grecia ni Andalucía ni España ni Catalunya ni ningún otro país ni persona podrán sobrevivir dignamente si se quedan solos. Esa soledad es la fuente de vida del Capital. Si bebemos de esas aguas seguiremos abonando la independencia de los pueblos como un pataleo en el lodazal.

Los del “sí se puede” no tienen ninguna confusión con su lista independentista. ¿O es que el “pero” que llevan, o sea, sus vidas, habrá que seguir postergándolo porque los pueblos aún no están preparados para existir? ¿Entonces tiene razón el Capital cuando echa a los pueblos al lodazal? ¡NO! Y “no” quiere decir que, al menos en entusiasmos y esfuerzos, los del “sí se puede” no morirán sin la sonrisa de sus luchas. Es algo bastante simple para los que quieran comprenderlo. Los del “sí se puede” dicen en catalán y en castellano que en el lodazal siempre se pierde.

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