jueves, 30 de julio de 2015

Los "desastres" u "horrores" de la Utopía cubana (las trampas del lenguaje)


Pareciera que algunos quieren alterarnos significados, palabras, contrastes y victorias indicutibles. “Patria o Muerte. Venceremos” les resulta una expresión anacrónica. Ignoran que, más allá de lo literal, el concepto recogió la determinación de vencer y que, mucho más bien que mal, nos fue muy necesario. Igual sucede con “ser revolucionario” como si fuera una época ya superada. También en múltiples ocasiones han clasificado como “desastres” u “horrores” los errores y desaciertos en la construcción revolucionaria cubana. ¿Desastres? ¿Horrores? ¿Qué nos dicen? El juego con el lenguaje no es gratuito. En esos malabares nos definen con una “imparcialidad” muy propia de la propaganda occidental más pragmática y acorde con los que condenan la Utopía que hemos sido y que aún somos. La apreciación vuelve con Fernando Ravsberg en un artículo publicado el 23 de julio pasado: “¿El Embargo, un enfermo terminal?” Un escrito que podría leerse como profundo, honesto, equilibrado y simpatizante de Cuba y su gobierno. Maticemos. Ni para un título es válido llamar “embargo” a lo que ha sido y sigue siendo un Bloqueo y una guerra contra Cuba con todas las armas disponibles, como muy bien señala la propia ley norteamericana: “provocar hambre y desesperación en el pueblo cubano para que derrocara a su gobierno”. ¿Alguien puede creer que este objetivo no incita a las reacciones más disímiles que pueden darse en cualquier sociedad? Por ello, como dijo Galeano, “Cuba hizo lo que pudo y no siempre lo que quiso”. Pareciera que nos quieren quitar la Historia en que se asientan los valores con que seguimos viviendo. Y por mucho que se disminuya el izamiento de nuestra bandera en Washington o se diga que ahora todo será más difícil -esa calificación nos perseguirá siempre-, ello es la magistral señal de que Cuba sigue venciendo con la absoluta independencia de su magnífica Utopía.

Dice Ravsberg: "Claro que culpar al Embargo Económico de todos los desastres de Cuba fue también una táctica para ocultar el fracaso de tantos planes utópicos que desgastaron aún más la base económica de la nación. Esos desastres no tuvieron ayuda externa, fueron 100% cubanos." No es cierto. Nunca Cuba tuvo “la táctica” para ocultar fracasos y nuestro gobierno lo ha demostrado siempre al hablarle al pueblo. Tampoco tales fracasos fueron “planes utópicos”, sencillamente fueron planes como tantos otros y que con toda seguridad, si no hubiéramos tenido el Bloqueo, muchos de los que se ejecutaron no hubieran sido tan absurdos. Fue la temeridad con la que imaginamos que podíamos vencer todos los obstáculos con que el Bloqueo y otras agresiones norteamericanas nos obligaron a ser inventores y creadores, porque no teníamos otra alternativa que inventar y crear. Esa fue nuestra Utopía que, como es de suponer, se equivocó muchas veces y otras muchas, muchísimas, acertó plenamente. Y no se trata de no decir en qué nos equivocamos, eso está más dicho que el zumbido del mosquito y contra él luchamos, pero hasta en eso nos obligan a ser creativos, y ahora más, por esa constante ladilla que cargan algunos diestros jugadores de palabras que se alimentan con Cuba para cambiarnos la Historia. 

No son coherentes con Cuba las trampas del lenguaje. Por ello puede afirmarse que nuestros “desastres” no fueron “100% cubanos”. En ellos también está ese Bloqueo que nos ha condicionado hasta la esperanza. Está jugando Ravsberg cuando en el mismo artículo escribe: "La inversión en educación fue la económicamente más rentable. Formaron más de 1 millón de profesionales y hoy son ellos el principal ingreso de divisas de la nación, los médicos, profesores universitarios y de deportes, ingenieros, arquitectos y científicos." No, eso no fue "una inversión económicamente rentable". Eso fue nuestra Utopía, nuestros inventos, nuestras creaciones, nuestras temeridades, nuestro Patria o Muerte Venceremos, nuestro ser revolucionario. Además, Ravsberg no cuenta bien. En esa “inversión” fueron muchísimos más de 1 millón, y muchos que, de no ser por la Utopía, hubiéramos terminado en los reales desastres y horrores donde están hoy millones de latinoamericanos y de otros pueblos del mundo. ¿Por qué no habla más claro? Es evidente: Ravsberg, como otros, es un “utópico” en una isla de fuego.

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