sábado, 25 de abril de 2015

El debate de Ravsberg y el nuestro


He intentado decenas de veces escribir un comentario a ese segundo artículo sobre la Sociedad Civil que Ravsberg publica en su Cartas desde Cuba... Nada, su sitio me lo rechaza mientras aparecen otros comentarios que, en su inmensa mayoría, siguen la misma línea de Fernando o aún peor. Por último le escribí un e-mail a su "contactos". Cero respuesta. Evidentemente este hombre no está interesado en dialogar con los que discrepan de él y sí en arroparse con los comentarios de figuras como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y otros que, en alguna medida, defienden la libertad de Ravsberg para expresarse.

Resulta muy señalado que al analizar algunos artículos, Fernando nombre "Ni p..." como el más honesto, como si quisiera decirle a los cubanos que esa es la vía y todos sabemos que ese no fue el espíritu de la delegación cubana en Panamá.

Espero que los artículos de Iroel, con abundantes argumentos y fuentes, alcance una fértil divulgación que propicie entre nosotros un vivo encuentro sobre "el debate" que necesitamos y no sobre el que pretende llevarnos Ravsberg donde prácticamente, después de haberse afincado entre muchos de nosotros como "un gran periodista", intenta convencer a muchos de que sigamos su ejemplo para que nuestra prensa no encuentre el justo lugar que busca por sí misma y se refugie en esa actitud condenatoria hacia nuestra compleja realidad que exhiben varios sitios.

Espero que nuestros jóvenes periodistas logren reflejar en sus blogs, más allá de lo que ya han compartido sobre la verdad en Panamá, esta otra verdad sobre las reales trampas de ruptura, división e incertidumbres entre nosotros mismos a que nos incita Ravsberg. Porque no es verdad que esa otra “sociedad civil cubana” encumbrada en Miami desee dialogar con nosotros, no, los que integran ese grupo no buscan diálogo, ellos buscan acrecentar confrontaciones para que nos desgastemos en un debate para el que ellos ya tienen las conclusiones: eliminarnos de la credibilidad pública. 

Al mismo tiempo, con ese debate propugnado por Ravsberg, se busca que le demos divulgación a esos medios y personas, ya que con sólo nombrarlos estaríamos dándole honestidad a medios y personajes que ya se han hundido en su propia madeja contra Cuba y contra los cubanos que, como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y tantos otros sí queremos debatir nuestras inquietudes a partir de la buena palabra que intentamos abrirle paso por el mejoramiento de la sociedad cubana y no para retorcerle su generosa y magnífica historia como quieren los atribulados especímenes que fueron a Panamá en busca de la legitimidad que ninguno de nosotros debemos ofrecerle.

Dialoguemos con Iroel, con Elier, con Silvio, con Guillermo, con Amaury, con Guanche, con Orrio y con tantos otros que nos están esperando para que nuestro tiempo se llene de preciosos desafíos. Y no se trata de que tengamos el poder divino de elegir quiénes merecen la participación en el debate, sino de posicionarnos junto a aquellos que luchan por la continuidad de nuestra gesta. Una gesta preñada de errores y diversas problemáticas dañinas que debemos superar, pero, al fin y al cabo, una gesta que nos ha llevado como pueblo a los más altos rumbos de la dignidad que escasea tanto en el mundo que vivimos.

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