lunes, 16 de septiembre de 2013

No es maniqueísmo, es verdad, sólo hay dos bandos



Resulta triste, terrible, pero es verdad, sólo hay dos bandos en las concepciones sobre la existencia y la evolución de la Humanidad: los que están en el lado de la solidaridad, la cooperación, el amor, los sueños, el mejoramiento humano y los que están en el lado de la competencia, el egoísmo, el odio o la indiferencia, el pragmatismo más pedestre, la “natural” desaparición de la especie humana.

En reciente artículo de José Manzaneda, en la web Cubainformación, podemos leer: “El pasado 26 de mayo, el diario de Miami “El Nuevo Herald” anunciaba que el Gobierno de Brasil había desistido de su idea de contratar médicos procedentes de Cuba (1). Y calificaba el hecho como “una de las derrotas más humillantes que ha sufrido el gobierno de los hermanos Castro, (...) que confirma (el) (...) deterioro del nivel de formación académica en la isla” (2). El socio español de “El Nuevo Herald”, el periódico “El País”, titulaba “Brasil contratará médicos españoles y portugueses en vez de cubanos”. Según su corresponsal Juan Arias, “el ministro (brasileño) de Salud cree que los profesionales de estos países cuentan con más garantías de formación que los de la isla” (3). Recordemos que unas semanas antes, se había anunciado un acuerdo sanitario de cooperación Sur-Sur entre Cuba y Brasil, respaldado por la Organización Panamericana de la Salud: un contingente de médicos de la Isla sería destinado a atender localidades pobres del norte y noroeste de Brasil (4). Inmediatamente se desató una intensa campaña en los medios de Brasil (5). Éstos –y sus homólogos de Miami, América Latina y Madrid- se convirtieron durante días en altavoz propagandístico de la élite médica brasileña, en pie de guerra contra los médicos cubanos: el presidente de la Asociación Médica Brasileña, Florentino Cardoso, los llegó a calificar de “escoria” (6). El intenso trabajo de presión mediática y de lobby político de la derecha brasileña contra el Gobierno de Dilma Rousseff parecía haber dado sus frutos, tras el anuncio, en los citados diarios, de la ruptura del acuerdo Cuba-Brasil.”

O sea, la solidaridad y la cooperación entre países del Sur son imposibles porque éstas no se avienen a la competencia y el egoísmo que enarbolan los países del Norte y sus acólitos en el Sur. Pero sigamos leyendo a Manzaneda:

“En agosto se anunciaba la llegada de los 400 primeros médicos de Cuba a Brasil, de un total de 4.000 en un año (7). Nada más conocerse la noticia, el diario “El País”, a través del mismo periodista que había asegurado que el programa médico había quedado suspendido, recogía las protestas corporativas de las asociaciones médicas brasileñas y acusaba al Gobierno de Dilma Rousseff de “preparar en secreto la llegada de médicos cubanos a su sistema de sanidad” (8). A su vez, el presidente de la Asociación Médica Brasileña, que había asegurado en numerosas entrevistas de prensa, radio y televisión que “Cuba tiene escuelas médicas de pésima calidad”, tuvo que tragarse sus palabras (9). El ministerio de Educación de Brasil anunciaba que los médicos brasileños formados en Cuba habían obtenido las mejores notas en el Examen Nacional de Reválida de los años 2011 y 2012 (10). Además, se daba a conocer un dato clarificador que desmontaba el discurso corporativo de las asociaciones médicas: el programa “Más médicos” del Ejecutivo brasileño había ofertado 15.460 plazas para centros de salud pública de zonas periféricas, con preferencia para los profesionales del país, con un salario de 4.200 dólares y –eso sí- la exigencia de permanencia en dichos lugares de al menos tres años. Pues bien: solo se presentaron 1.618 personas, un 10% de lo requerido (11). No se entiende por tanto la gigantesca campaña contra los médicos cubanos, que darán servicio en comunidades pobres, sin acceso alguno a la salud pública, y a donde no quieren ir los médicos de Brasil.”

No, efectivamente, no se entiende, pero es que eso no puede entenderlo quien esté del lado del odio, la indiferencia y del pragmatismo más pedestre. Seguramente argumentará que los médicos cubanos no son personas libres, puesto que obedecen a voluntades políticas de gobierno, que ganarán un menor salario y que quien quiera la más perfecta atención sanitaria debe pagarla, ya que la carrera de Medicina es muy costosa y ser pobre no es una especialización universitaria. Y tendrán razón por estar del lado en que están. Los otros, los que están del lado del amor y de los sueños, dependen de lo que elijamos nosotros. Manzaneda lo señala:

“Más de 40.000 médicos cubanos trabajan en programas sanitarios ubicados en 69 países. Son profesionales probadamente preparados, cuyo enfoque popular y humanista de la medicina choca con concepciones elitistas muy asentadas. Son médicos capaces de trabajar con pocos recursos, preparados no solo para la atención médica, sino para la organización de campañas preventivas de salud, y experimentados en el diagnóstico clínico, imprescindible en estas zonas donde no se cuenta con laboratorios (12). La noticia de la llegada de los primeros médicos de Cuba a Brasil, para completar este año un total de 4.000, es una gran victoria para 700 poblaciones de las regiones más pobres del país sudamericano. Y una de “las derrotas más humillantes que han sufrido” la élite médica latinoamericana y grandes medios de comunicación como “El Nuevo Herald” y “El País”.”

Pues sí, es triste, es terrible que estemos divididos en dos bandos: los que quieren el mejoramiento humano y los que esperan la “natural” desaparición de la especie humana. Hay que elegir en cuál bando estamos y esta elección será la única forma de acercarnos a todas las verdades con todos sus matices. A pesar de todos los errores que Cuba haya cometido y esté por cometer, Cuba está en el lado de la solidaridad, la cooperación, el amor, los sueños y es en este lado donde luchar tiene todo su sentido, donde mejorar es más posible y el que tenemos que hacer triunfar. Si este bando falla, el otro logrará su objetivo: todos seremos tan pobres que no valdrá la pena que sigamos existiendo. 

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